¿Quién no tiene un poco del niño o la niña que fue? Tengamos la edad que tengamos, todavía mantenemos algo de ese espíritu juguetón que se siente bien con los objetos divertidos, los colores alegres y las imágenes amables. ¿Y si ponemos nuestro nombre con letras de madera? ¿o colocamos un vinilo bien colorido y evocador en la pared del despacho? Y lo bien que quedará el móvil en el pasillo...
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